martes, agosto 7

Sueños de melodión

En los momentos confusos en que sonreir no es un impulso, me sorprendo a mí mismo envidiando no sólo la felicidad, sino su simple apariencia. Aún con toda su falsedad es más real, más tangible, que la mía. Tal vez más por el plano irreal al que yo mismo la desplazo que por su propia ausencia. Sueños de melodión, sin sal y sin razón. Mi, do, si, do; mi, do, si, do; mi, do, si, do; mi, do, si, do...

jueves, abril 12

Si vago se escribiera con eme

Y ahi el vago se dio cuenta
que sus sueños se encontraban solamente
a una eme de distancia,
el mago decidió volar,
el vago decidió volar.
De sus prendas rotas se desprendió
y una infinita y elegante túnica azul
su cuerpo adornó.
¡Oh! ¡qué bella sensación!
¡Oh! ¡si pudiera acompañarla con un trago de licor!
El amo de las moscas,
el amo de las aves,
desafiando la realidad
con su ojo de cristal.
¿Qué verá en nuestro futuro?
Seguro el suyo no lo ve.
Anda amigo mago, mueve tus alas con tu cuerpo inmóvil
vuela lejos, lejos lejos...
Eme de mago...
eme de muerte.


domingo, marzo 11

"¿Por qué me pasa esto a mí?"

"¡Horror! ¡Horror!, ¡La vida es un cúmulo de horrores!, un mar que no es sólo salado, sino también amargo, amargo y podrido. ¡Cianuro a dosis médicas! no olvides la cucharada de hoy, pues si detienes el tratamiento lo vas a tener que volver a empezar". Vida terrible, vida increíble... ¿por qué a mí?... habiendo tantas personas en el mundo ¿por qué a... mí? No... la vida no es LA vida, es MÍ vida. Y si no es a mí, ¿a quién más?, ¿quién vivirá por mí lo que no quiero vivir?, ¿quién morirá en la cruz?, y aquel espejo irreflectante ¿no sería a fin de cuentas un respiro más?, ¿aire que es mí aire? Todo el viento en el mundo sopla mi nombre, lo sopla con el tuyo, con el suyo, con el de él, con el de ella, y si llego a sentir frío es porque LOS siento. "¡Horror! ¡Horror! ¡Mí vida es un cúmulo de horrores!, MÍ cúmulo de horrores, uno que no podría vivir nadie más, ni sin nadie más", ¿Por qué a mí?, porque no puede ser de otra forma:
lo que siento, yo lo he de sentir,
lo que disfruto, yo lo he de disfrutar,
lo que sufro, yo lo he de sufrir,
lo que amo, yo lo he de amar,
lo que muero, yo lo he de vivir,

No olvides la cucharada de hoy.



miércoles, diciembre 28

Carta a un fantasma

- ¿Estás seguro que no pasa nada?
-... sí, no hay problema.
- Cualquier cosa que sea puedes decirmel...
- No hay nada de que hablar... sólo vete por favor...
- ...

Marina se alejó con pasos de hielo, esperando algún respiro, alguna señal, cualquier sonido que le iluminara de rojo el camino... pero no fue así. Silencio de muerte inundaba el ambiente.
Fundiendose en la niebla pronto desapareció. Como con pecas de lluvia que su rostro adornaban, ella poco a poco su vida vertió, hasta que, sin más alimento que su tristeza, la flor se secó.

Aldo ya había llegado a su hogar, cargando las horas como quien carga mil piedras en el alma. Sacó una libretita y algunas palabras en ella gritó. Cuando la pluma se quedó sin voz, Aldo tomó el cuaderno, de gritos repleto, y hasta la última letra en pedazos rompió. Un nuevo collage ininteligible llenaba el cesto de basura.
- No lo sabrá jamás...

Aldo dormía y Marina también. Al despertar de su sueño él encontró el cesto tirado con los gritos sonando, y en su mano yacía un papel. Sólo de Marina esa letra podía ser:
"¿Por qué?... ¿por qué no me lo dijiste?... ¿por qué?... ¿por qué?..."

jueves, noviembre 17

Serpientes y escaleras

Hoy desperté soñando
y empecé a sonambulear
con serpientes y escaleras,
mas floridas las primeras.
Cuatro y cinco,
uno y seis,
no tan alto
no al revés,
en mis manos las variables
de una fórmula per se.
Sin embargo paso a paso
se tornó en pesadilla,
y mientras yo más caminaba,
la pesadilla en realidad.
¿Quién tirará los dados
con un tablero de verdad?
donde "escalera" no es al cielo,
y "serpiente" es Satanás.
¿Quién tirará los dados
sin deseos de ganar?
escaleras y serpientes
en el suelo ambas están.
Abre los ojos... el juego ha terminado.

sábado, octubre 8

Egocentriste

... y de pronto noté que soy aire, soy viento,
soy lluvia, soy trueno,
soy pluma y papel,
música y silencio,
soy nota, soy ruido,
soy un sin sentido,
soy fuerza, soy alma,
soy ira, soy calma,
soy risa, soy miedo,
soy carne y sombrero,
soy joven, soy viejo,
soy sabio y pendejo,
soy tú, soy ella,
soy él y soy yo,
soy vida, soy muerte,
mas tú no eres yo.


martes, julio 12

Miedo al yo

Es extraño que siendo tan egoístas, como solemos ser muchas personas, el ego, el yo, sea algo tan problematico en nosotros. Pareciera que siempre estamos buscando escapar de la idea de tenerlo, es decir, de tener un yo propio. Siempre estamos buscando fetiches con que identificarnos: una canción, una película, una cierta forma de vestirnos, una cierta forma de pensar, una persona, un personaje, un libro, un día, una historia, una profesión, entre otras cosas. Pareciese incluso como si el yo sólo pudiera darse dentro de un grupo de otros "yoes" con los cuales se identificase, tal vez porque de esa forma se sentiría seguro para poder ser. Sin embargo, ¿poder ser qué? ¿en verdad sería un yo o más bien un nosotros? Ahora bien, partiendo de esta pregunta podemos hacer otra aún más fuerte: siendo que no podamos vivir de otra forma que no sea en sociedad, ¿el yo de alguien sólo puede formarse a partir de otros (lo que lo convertiría en un yo colectivo, o lo que es lo mismo, un nosotros)? Con respecto a esta última interrogante, estoy de acuerdo en que estamos condenados (no en sentido negativo sino en el sentido de que no puede ser de otra manera) a ser en sociedad, mas no por ello creo que la individualidad de cada sujeto se vea inevitablemente reducida a una individuación colectiva, es decir, el yo como tal no se reduce a un nosotros. Ahora bien, regresando a la primera pregunta, si bien dije anteriormente que no todo yo se reduce a un nosotros, sí me parece que puede haber la posibilidad de que alguien suplante su yo por un nosotros, tal como lo dije con los anteriores ejemplos de fetiches. No es por nada que cuando alguien se encuentra a sí mismo por x o y razón, no sabe ni que hacer con él, llegando muchas veces incluso a huirle a su identidad, a huir de sí mismo. Cosa más inútil por cierto, escapar llevando a tu perseguidor a cuestas.
¿Por qué ese miedo al yo? ¿Por qué ese miedo a ser, si bien no independientemente de lo(s) demás, sí de una forma un poco más individualizada?, planteandolo de mejor manera, ¿por qué no ser más individualista para de esa manera poder ser más crítico con lo colectivo individualizado? e incluso más crítico con lo individual, es decir, con lo que fundamentalmente forma al yo, tumbandole todo aquel edificio viejo que visto desde otro punto no es más que un espejismo. Siguiendo la metáfora tal vez ni siquiera podríamos tumbarlo por ser espejismo, pero bien podemos saber y estar conscientes de que es espejismo; o también puede ser el caso que visto desde otro punto no sea espejismo, ni edificio, sino otra cosa. En realidad tampoco es tan fácil como decirlo, por lo que hagamos un remedo de defensa a lo antes criticado (y lo de remedo no tanto porque sea algo difícil de defender, sino porque mi defensa tal vez sea muy breve y lo que comunmente diríamos... chafa). Número uno: ¿Cómo es entonces que sé cuándo mi identidad es individual y no colectiva, por así decirlo? no creo que sea tan fácil como Erick = Erick, sí puesto que soy identico conmigo mismo, soy identico conmigo mismo, menudo problema resuelto. Sin embargo hasta dónde Erick es en verdad solamente Erick, y no un conjunto de cosas ajenas a Erick (cabe resaltar además que no estoy hablando de "Erick" como nombre propio pues esto lleva a otros problemas que no vienen al caso y que podemos omitir hablando de designadores rígidos y blablablabla otras cosas, pero estamos hablando de "Erick" el ente, la cosa, el wey). Es decir replanteando la pregunta: ¿hasta dónde es legal hablar de una identidad individual? ¿quién o qué marca dichas pautas y basado(s) en qué?
Eso sólo por resaltar un problema de los muchos que surgen en una tarde de aburrición escribiendo en un blog algo titulado "Miedo al yo", problemas que pueden ser debidos a la flojera del autor, al sombrero en su cabeza, a su poca sistematicidad, a no saber si la anterior palabra existe, en fin a querer ser leído.