martes, agosto 7

Sueños de melodión

En los momentos confusos en que sonreir no es un impulso, me sorprendo a mí mismo envidiando no sólo la felicidad, sino su simple apariencia. Aún con toda su falsedad es más real, más tangible, que la mía. Tal vez más por el plano irreal al que yo mismo la desplazo que por su propia ausencia. Sueños de melodión, sin sal y sin razón. Mi, do, si, do; mi, do, si, do; mi, do, si, do; mi, do, si, do...