martes, julio 12

Miedo al yo

Es extraño que siendo tan egoístas, como solemos ser muchas personas, el ego, el yo, sea algo tan problematico en nosotros. Pareciera que siempre estamos buscando escapar de la idea de tenerlo, es decir, de tener un yo propio. Siempre estamos buscando fetiches con que identificarnos: una canción, una película, una cierta forma de vestirnos, una cierta forma de pensar, una persona, un personaje, un libro, un día, una historia, una profesión, entre otras cosas. Pareciese incluso como si el yo sólo pudiera darse dentro de un grupo de otros "yoes" con los cuales se identificase, tal vez porque de esa forma se sentiría seguro para poder ser. Sin embargo, ¿poder ser qué? ¿en verdad sería un yo o más bien un nosotros? Ahora bien, partiendo de esta pregunta podemos hacer otra aún más fuerte: siendo que no podamos vivir de otra forma que no sea en sociedad, ¿el yo de alguien sólo puede formarse a partir de otros (lo que lo convertiría en un yo colectivo, o lo que es lo mismo, un nosotros)? Con respecto a esta última interrogante, estoy de acuerdo en que estamos condenados (no en sentido negativo sino en el sentido de que no puede ser de otra manera) a ser en sociedad, mas no por ello creo que la individualidad de cada sujeto se vea inevitablemente reducida a una individuación colectiva, es decir, el yo como tal no se reduce a un nosotros. Ahora bien, regresando a la primera pregunta, si bien dije anteriormente que no todo yo se reduce a un nosotros, sí me parece que puede haber la posibilidad de que alguien suplante su yo por un nosotros, tal como lo dije con los anteriores ejemplos de fetiches. No es por nada que cuando alguien se encuentra a sí mismo por x o y razón, no sabe ni que hacer con él, llegando muchas veces incluso a huirle a su identidad, a huir de sí mismo. Cosa más inútil por cierto, escapar llevando a tu perseguidor a cuestas.
¿Por qué ese miedo al yo? ¿Por qué ese miedo a ser, si bien no independientemente de lo(s) demás, sí de una forma un poco más individualizada?, planteandolo de mejor manera, ¿por qué no ser más individualista para de esa manera poder ser más crítico con lo colectivo individualizado? e incluso más crítico con lo individual, es decir, con lo que fundamentalmente forma al yo, tumbandole todo aquel edificio viejo que visto desde otro punto no es más que un espejismo. Siguiendo la metáfora tal vez ni siquiera podríamos tumbarlo por ser espejismo, pero bien podemos saber y estar conscientes de que es espejismo; o también puede ser el caso que visto desde otro punto no sea espejismo, ni edificio, sino otra cosa. En realidad tampoco es tan fácil como decirlo, por lo que hagamos un remedo de defensa a lo antes criticado (y lo de remedo no tanto porque sea algo difícil de defender, sino porque mi defensa tal vez sea muy breve y lo que comunmente diríamos... chafa). Número uno: ¿Cómo es entonces que sé cuándo mi identidad es individual y no colectiva, por así decirlo? no creo que sea tan fácil como Erick = Erick, sí puesto que soy identico conmigo mismo, soy identico conmigo mismo, menudo problema resuelto. Sin embargo hasta dónde Erick es en verdad solamente Erick, y no un conjunto de cosas ajenas a Erick (cabe resaltar además que no estoy hablando de "Erick" como nombre propio pues esto lleva a otros problemas que no vienen al caso y que podemos omitir hablando de designadores rígidos y blablablabla otras cosas, pero estamos hablando de "Erick" el ente, la cosa, el wey). Es decir replanteando la pregunta: ¿hasta dónde es legal hablar de una identidad individual? ¿quién o qué marca dichas pautas y basado(s) en qué?
Eso sólo por resaltar un problema de los muchos que surgen en una tarde de aburrición escribiendo en un blog algo titulado "Miedo al yo", problemas que pueden ser debidos a la flojera del autor, al sombrero en su cabeza, a su poca sistematicidad, a no saber si la anterior palabra existe, en fin a querer ser leído.